El amor y el odio

Publicado por Letras Humanistas | 0:09 | 0 comentarios »

“(…), harto de decir tantas tonterías
De intentar olvidar ese tiempo pasado,
Minutos diciendo lo que no debía
Luego arrepentido si analizo lo que hablamos.
Dejo llevar mi mano pa` calmar el alma mía,
Escribo unas líneas recordando tu calor
Porque si la soledad no existiera en esta vida
Tu compañía no tendría valor. ”
Ningún valor; Skalariak – SKALARIAK; Madrid, España.

¿Es posible definir “amor” u “odio” como una palabra más en el diccionario, de una forma objetiva?

Para muchos es muy difícil definir “amor” pues no sólo implica una emoción sino también el recuerdo de personas con las cuales alguna vez “convivimos” o con las que estamos ahora; el recuerdo melancólico de lugares de olores, de sabores, de voces, de canciones, miradas y de palabras alojadas en el corazón que nos hacen suspirar o reír.

Como no recordar anécdotas en nuestra mente; como la imagen o la sensación de estar viendo una película y tan solo aquello nos hace sonreír en la calle como si estuviéramos locos o alegrarnos simplemente el día –por lo menos a mi si-; como olvidar lo que sentíamos o nos hacían sentir las personas que daban “sabor” a nuestra vida, que nos hacían sentirnos realmente vivos en esta vida muerta y rutinaria, por así decirlo.
Pero como no querer olvidar todos aquellos lugares que nos cambiaron la vida para peor, en donde tal vez conocimos a aquel, aquella o aquellos que nos hicieron tanto daño y que lo recordamos como si fuera una película al igual que la anterior, pero esta vez es de terror; como no querer olvidar todas esas palabras que nos hicieron tanto daño y que nos marcaron como los ganados son marcados, reconocidos y llamados por palabras denigrantes como “el(la) estupido(a)”, “el(la) imbecil(a)”, “el(la) idiota”, “el(la) tonto(a)”, “el(la) inútil” y cuantos otros más.

Como no querer olvidar el desprecio de la gente, las desilusiones amorosas, las traiciones de aquellos que amábamos o aun amamos; como no querer olvidar a quien nos maltrató y nos desechó, pues nos estimó como una langosta, algo insignificante que tiene valor.

Pero al final de todo, felizmente –creo-, el hecho de haber experimentado ambas emociones nos hace capaz de distinguir entre los buenos y los malos momentos, y así el poder disfrutar cuando estamos viviendo un momento bueno a plenitud, además de recordar siempre que después de un momento malo viene uno bueno. Sólo hay que aguantar y ser fuerte, pues es en esos “desiertos” en donde aprendemos y crecemos como personas, es en aquellos tiempos en los cuales realmente valoramos a las personas que tenemos a nuestro lado y lo que hemos conseguido en nuestra vida, es en estos momentos donde muchos buscan a Dios y le hallan, clamando de corazón sin ponerle condiciones a lo que El hace, y quien sabe que otras cosas más suceden pero solo te vuelvo a recordar esfuérzate, se valiente, no temas ni desmayes, haz siempre lo correcto, lo justo y lo verdadero, que tu Dios estará contigo dondequiera que vayas.

Shalom.

SHEKINAH
(Bryan Concha Zagaglioni)

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