Mis sueños lejanos se han trasformado en grandes construcciones que, como si tuvieran vida propia, han cambiado de forma, se han angostado, en algunas partes, como un camino que al estar en reparación tiene una sola vía…adelante…solo adelante, impidiéndome cambiarlos porque me han atrapado y encarcelado en sus redes de sueños jóvenes e inexpertos..
Otros sueños se han engrosado de tan nutridos asemejándose a rechonchos bebés que vomitan leche de tan satisfechos… son libres como el viento en septiembre, elevan ideas a mi mente como si fueran volantines surfeantes en el mar de mis emociones y se transforman como si tuvieran vida propia dándome lecciones de idealismo, elevándome sobre la tierra y mostrándome belleza, gozo, dándome la oportunidad de disfrutar esa felicidad escasa y tranquila que brindan los años de trabajos y de debilidades.
He acudido al continuo funeral de otros sueños que dejaron de existir conforme los días se sucedían…como si agonizaran de un cáncer que carcomió sus pequeñas y débiles entrañas, dejando en mí, con cada quejido de su muerte, una fuente de recuerdos, ya que cuando los años entraron en mis cabellos y algunos sueños traicioneramente me abandonaron, el dolor se encargó de escribirlos con grana en mi corazón. El dolor de la pérdida de ese sueño se encarga de mantenerlo abrigado, tapado por una frazada construida con hilos de temor, en una cama de patas que se alimentan del conocimiento esquivo de saberlos perdidos. Ahí están… guardados para recordarme que existieron, que los soñé, que los tuve…pero que ya no están.
Hay sueños coquetos que me cierran un ojo y luego se alejan de mí, y luego vuelven a bailar conmigo y luego nuevamente continúan su viaje…abandonándome llena de risas y esperanzas, como si volviera a los 15 años…estos sueños son los mejores cuando la adultez me cierra los ojos y parece que me robara el alma…estos sueños coquetos llenan mi corazón gitano de emociones y sentimientos jóvenes.
Los sueños que más amo son aquellos que se han formado de a poquito en mi vientre, son sueños que crecen y se dan a luz pocas veces en la vida, yo solo he tenido dos, y como han estado dentro mío, anidando en mi útero y comiendo mi calcio, se parecen a mi esencia…los veo diariamente formar su propia red de sueños, fortaleciendo sus cuerpos y mentes con sueños gigantes que meten sus raíces en la tierra negra de la niñez … estos sueños los atesoro en mi espíritu y los visto con sedas de amor, los protejo de otros sueños que a veces, envidiosos, los tratan de relegar, los cubro del frío del olvido con carbones rojos de maternidad y los calzo con paz para que su andar sea calmo y se fortalezcan con agua de ternura y que finalmente me regalen un poco de sus sueños subordinados…sé que estos sueños me darán sueños pequeños que ya amo porque también llevarán mi esencia.
Ursula Sáez
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Me encanta este texto, esta muy bien hecho, me encantan las metáforas, son de peso, y eso es importante.