Hoy en la tarde

Publicado por Letras Humanistas | 0:55 | 3 comentarios »


Hoy en la tarde, antes de ponerme a dormir, vi un trozo de película que pensé que era un corto, pero después me di cuenta de que debió haber sido más larga que eso, porque salían hartos actores en los créditos. El asunto es que la parte que alcancé a ver –y que fue suficiente para mí-, mostraba a un pequeño niño como de 10 años, que entraba a un café que tenía pastelería y heladería. Entonces, la cámara, que al comienzo eran los ojos del niño, da la vuelta alrededor de una mesa hasta sentarse en la silla y mirar un menú que estaba sobre la mesa.

Por otro lado, estaba la cara abúlica de una pobre mesera, que se acerca a la mesa, le quita la carta de las manos al niño y le pregunta: ¿Qué querí? Sus ojos denotaban al pobre funcionario que odia su trabajo porque su infinita mala suerte le condena a estar allí.

El niño le pregunta entonces, cuánto vale un helado de chocolate, con crema y con una cosita roja encima. La mesera, con burla y rabia contenida, porque para ella, estaba perdiendo su tiempo, le dice hoscamente: ochocientos. El niño extrae de su bolsillo un montón de monedas, las empieza a contar lentamente con su dedo y según una pequeña conclusión, le pregunta nuevamente cuanto costaba el helado, pero sin la crema. La mujer le contesta -por supuesto oscura-: Seiscientos. El chico repite el procedimiento, cuenta sus monedas y le indica a la mesera que le traiga uno de esos. Durante toda esta escena, la dueña miraba desde su puesto tras la caja, también con desagrado.

La chica va y prepara, hasta que aparece en la mesa con una copa de helado de chocolate, con la cosita roja encima, pero sin la crema. El niño abre los ojos desorbitados, impresionados por lo que le traían.

Pasado un rato, el niño ha tomado su helado, y mira contento alrededor, contento de gusto. La mesera, que lo miraba ponzoñosa, se acerca y le dice: Son seiscientos, de modo que el niño saca las monedas y cancela. Ella recibe el importe, retira algunas cosas de las mesas vecinas y vuelve al mostrador. La dueña-cajera, le entrega las boletas respectivas para cada mesa, indicando que una es para la mesa 5 y la otra para el niño. Cuando se acerca a entregarlas, nota que el niño ya se ha ido, pero que en su mesa, había el equivalente a dos monedas grandes, que él había dejado para ella.

Estupefacta, la chica queda clavada frente a la mesa, buscando con la vista al pequeño niño.



(Hay personas que le huyen al llorar. Pero, realmente es este mundo un espectáculo que emociona continuamente y mueve a las lágrimas.)

Marco Antonio

3 comentarios

  1. Laura Lupa // 16 de mayo de 2009, 0:07  

    alfin se puede comentar en este blog!
    bueno el texto del profesor marco antonio esta lleno de sentimientos encontrados...
    la frase final le otorga un lindo cierre...llorar no es malo ni muestra de debilidad, es simplemente expresión, de lo que vivimos dia a dia.

  2. rebeca paola // 16 de mayo de 2009, 15:29  

    Buen texto, me gustó mucho, uno nunca se espera el final.
    Encontré que es una forma muy simple de mostrar algo presente, concreto y que es muy importante ver :)

  3. Lorenita // 16 de mayo de 2009, 19:48  

    me parece haber escuchado en alguna parte algo parecido... es muy triste... pero como dice Laura,llorar no es malo ni muestra debilidad, es solo una expresión, que muchas veces nos cuesta demostrar...
    además es algo que le puede pasar a cualquiera, con la diferencia que nunca actuaremos como lo hizo este niño...